En casi ochocientas páginas el Premio Nacional de Historia desmitifica la eficacia del orden portaliano y reconstruye cómo los grandes mercaderes cimentaron un Estado que ha permanecido prácticamente inalterado durante doscientos años, dedicando un capítulo al más arquetípico de ellos: Agustín Edwards Mc Clure. Por Felipe Saleh Entre 1810 y 1830 una ola de delincuencia azota al país. Los comerciantes y hacendados esconden el oro y las joyas que acumulan en el patio de sus casas. Las fortunas crecen tanto como para donar un tercio al Estado, como en el caso de Juan Antonio Fresno, dueño de fundos aledaños a Santiago e importador de mercancías europeas. Pero la oligarquía vive temerosa de que los peones se lleven su parte a la fuerza y alega falta de garantías y seguridad. El orden llega con Diego Portales, otro comerciante que se hace cargo del Estado con un golpe en 1829. Han pasado doscientos años y salvo los nombres de esos "comerciantes", lo esencial no ha cambiado. El orden fundado por Portales se ha mantenido incólume como un "Dorian Gray enervante" a pesar de su continua decadencia. Esta es la tesis que Gabriel Salazar se ha tardado 34 años en probar y que llega contenida a las librerías en 800 páginas, que se leen a ratos como una sólida novela documentada, más que un ensayo histórico clásico. -¿Cuál es la intención, la finalidad de este libro? -El libro intenta desmitificar el orden portaliano sobre la base de estudiar cuál era su lógica económica, yo no me meto en cuestiones políticas, y queda clarito que es una lógica mercantil, que favoreció la entrada de capital extranjero que expolió y destruyó las fuerzas productivas del país: generó pobreza, miseria y por eso que el primer centenario, que implicó 80 años de vigencia del orden portaliano, fue la época de máxima pobreza en Chile y de crisis de representatividad de la oligarquía. Técnicamente, el orden portaliano colapsó pero lo salvaron entre los militares, Ibáñez, los políticos (Alessandri), engañando al pueblo. Fue una traición brutal al pueblo que estaba haciendo una propuesta de Estado completamente distinta a la que se impuso en 1925 y luego lo vuelven a salvar los milicos con apoyo de los políticos en 1973. La vigencia del orden portaliano ha sido defendida por todos: Alessandri, Pinochet, hasta la izquierda lo rescata. -Según el libro los constructores del Estado chileno no son los terratenientes, como siempre se ha dicho, sino los empresarios, la "oligarquía mercantil". -Claro, esta oligarquía mercantil es la que construyó el Estado portaliano y estableció los patrones que estructuraron nuestra sociedad, nuestra política hasta el día de hoy, porque hoy tenemos una oligarquía comercial, que es la que nos dirige, porque son los dueños del Jumbo, de Falabella, de Ripley, de las cadenas de farmacias . Piñera, que en el fondo domina las tarjetas de crédito, el transporte. Ellos estructuran el país y lo han defendido siempre. Hoy no tenemos una burguesía industrial como clase dominante, no tenemos una clase capitalista propiamente tal, tenemos simplemente grandes mercaderes, mercaderes banqueros que ya no esconden la plata como en la época de 1810, donde tenían que enterrarla para que no se las robaran los bandidos, pero ahora lo depositan en bancos extranjeros, que es una manera de esconder tesoros también o de invertir en los paraísos tributarios. -Usted en los documentos que aparecen en el libro demuestra que siempre las ganancias de los empresarios han sido muy altas, gigantescas. Ganar plata no está mal, el problema es que un gerente que gana 8 millones nunca va a ganar 5 para distribuir mejor lo que sobra ¿por qué tanta dificultad de la oligarquía para distribuir los recursos? -La oligarquía chilena nunca ha logrado expandirse por el mundo como una verdadera burguesía capitalista, no ha logrado controlar siquiera la comercialización de los productos que importa, no ha podido controlar las ganancias de la comercialización externa de los productos que importa, entonces queda encerrada en el mercado interno. Para aumentar su cuota de ganancia, no le queda otra que expoliar hacia adentro a las fuerzas productivas nacionales, entonces explotó al inquilino en la hacienda, explotó a los pirquineros en el norte, explotó a los trabajadores en las pocas industrias que habían, entonces hacia adentro actúa como una máquina expoliadora que empobrece, entonces ahí no distribuye adecuadamente las ganancias. Además le deja la entrada libre al capital extranjero que es el que se lleva la mayor parte de las ganancias entonces no hay qué distribuir: por esa razón la pobreza en Chile aunque dicen que ha disminuido a la mitad de lo que era históricamente, es una pobreza que ya tiene tres o cuaro siglos. -¿Se puede comparar a la "masa peonal" que usted se ha concentrado en estudiar con el chileno promedio de hoy: los vendedores de multitienda o AFPs? -En algunos sentidos el peón del siglo XIX es muy similar al temporero de hoy. El peón tenia siempre un contrato, que además era verbal, no por escrito y era temporal- duraba un cierto período. Y le pagaban poco y a veces con puras fichas. Hoy, el grueso de los trabajadores en Chile son temporeros, no tienen contrato permanente. Pueden tener contrato por escrito, pero son temporeros: trabajan por temporada, por proyecto o a honorarios. Ahora pagan en plata, muy poca como en el siglo XIX, pero a cambio de eso le dan tarjeta de crédito y con esa tarjeta un peón de hoy puede comprar lo que necesita entonces no tiene la sensación de que es pobre. -Llega un momento en que el empresario tiene tanto dinero que como usted dice necesita "gestionar su éxito" y conseguir influencia política. Es irresistible la tentación de compararlo con la realidad actual donde el poder político se mezcla cada vez más con lo económico. -Para poder mantener a los chilenos en esta condición de expoliación, necesito un Estado que haga una especie de acción policial para mantener ordenados y disciplinados a los chilenos, que se dejen ordeñar tranquilamente sin rebelarse. Ese es el objetivo del Estado Portaliano. Ahora no es muy distinto, porque el Estado que tenemos no es el que elegimos libremente, sino el que dejó Pinochet, una reedición del Estado Portaliano que está jugando el mismo rol: que los chilenos se dejen esquilmar tranquilos, con trabajo precario, les damos tarjetitas para que compren celulares y se sientan a otro nivel y este estado mantiene el modelo neoliberal. Ninguno de los candidatos quiere cambiar el modelo en profundidad Todas las élites, por más que se agarren en el Congreso, no dan una pelea de fondo, porque están todas beneficiadas por el Estado. El caso de la iglesia es bien patético, la iglesia obliga a la autoridad a imponer cosas que los chilenos hace tiempo tienen resueltas. -En el libro hay un capitulo especial dedicado a la trayectoria de la familia Edwards ¿por qué? -En la historia de la oligarquía hay dos generaciones: la primera, de comerciantes, fue la que encabezó Diego Portales para dar el Golpe de Estado de 1829. La que viene después está formada por extranjeros chilenizados y chilenos que se extranjerizaron por contacto con los extranjeros. Un caso prototípico de esta segunda generación son los Edwards. Hay otros más, los Lyon, los Délano, pero Edwards es el más típico porque fue el más poderoso y es el único que pasó raudo del siglo XIX al XX, y hasta el día de hoy que celebran la publicación de la vida de Agustín Edwards Mc Clure. Por eso lo elegí a él para hacer una breve historia de cómo se construye el poder económico. -¿Por qué pasaron raudos, sin que la crisis que terminó con el resto de los empresarios los tocara? -Por tres razones principales se asoció con el Anglo South American Bank, un importante banco inglés que administró el Banco Edwards al momento de la crisis y lo salvó. Por eso pasó raudo al siglo XX, mientras los otros bancos de merchant bankers desaparecieron. La otra razón es que Edwards logró construir una especie de imperio periodístico, El Mercurio más la revista Zig- Zag que tuvo una enorme circulación e influencia. Este imperio fue consolidado por Edwards Mc Clure. Y esto lleva a la tercera razón: gracias al apoyo de los Matte que logran pasar al siglo XX agarrados de la papelera de Puente Alto, aseguraron la solidez de El Mercurio. Desde ahí Edwards Mc Clure se dedica a la gran política y se convierte en un influyente personaje en torno al Estado. Fue candidato a la presidencia y perdió, pero su influencia en el Estado era enorme porque manejaba las relaciones con Inglaterra y Estados Unidos. -¿Hay algún momento preciso en que los Edwards deciden tener un diario sabiendo lo que significa en términos de influencia? -Eso forma parte de la cultura inglesa. Toda la vida los ingleses le dieron mucha importancia a la comunicación periodística a través de diarios y revistas, por eso que los ingleses en Chile fundaron varios diarios y uno de ellos, el Chilean Times era realmente importantísimo, Por eso no me extraña que Edwards Ross, dentro de esa cultura haya comprado el diario que había fundado Felix Vicuña, el papá de Benjamin Vicuña Mackenna, en 1829 en Valparaíso y lo manejaron durante mucho tiempo. Félix Vicuña era un liberal "rojo", era bien puntudo. Pero tuvo que venderlo y se lo compran los Edwards, pero es Edwards Mc Clure el cuarto Edwards, el que lo consolida porque le da una dimensión internacional convirtiéndolo hasta hoy en el órgano oficial de la oligarquía. -Pero últimamente El Mercurio ha ido perdiendo influencia en las elites ¿hay algo que según usted haya logrado transmitir o heredar a la sociedad chilena? -El Mercurio marcó un patrón por la solidez de su información internacional y nacional, y dentro de eso mete su discurso hegemónico, creo que gracias a eso se consolidó, pero ha perdido fuerza, se ha achicado, trae menos páginas y su principal tiraje es por suscriptores. Eso tiene que ver con el enorme desarrollo de las comunicaciones de otro tipo.